miércoles, 26 de diciembre de 2012


Comenzaron por mirarse, sin percibir lo que pronto significaría. 

Como siempre ella se encontraba sumida en sus pensamientos, escuchando las conversaciones de fondo, prestando atención a su mente y a las voces ajenas, levantó la vista y ahí estaba él, su mirada puesta en ella, fue una cuestión de segundos. Un juego de miradas inicio en ese momento, a veces lo observaba, no realmente por interés, simplemente porque sus ojos se topaban con su figura y su presencia afectó mínimamente su vida, sin mucho que contar, ni pensar, sólo la curiosidad al encontrarlo viéndola, no era siempre, de hecho, casi nunca.   

Casi inesperadamente y no por intención de ellos, comenzaron a intercambiar algunas palabras, compartir momentos, las miradas ya no eran tema, por lo menos para ella ya estaban olvidadas, pasaron sin fama ni gloria. No había mucho que contar.

Un día, sin saber cómo, surgió una inquietud en ambos, el buscarse con la mirada, el querer conversar, darse cuenta que les era agradable estar con el otro, sin tener muy claro el por qué. Para él comenzó como un simple juego, llamar su atención sólo por diversión, no sabía el motivo específico hasta que se dio cuenta que esto podía ir más allá de la amistad y sin quererlo sucedió, empezó a sentir algo por ella, intentó evitarlo, no asumirlo, mentirse haciéndose pensar que en realidad no le sucedía nada.

Ella se dio cuenta como de a poco su atención hacia él aumentaba, le agradaba hablarle y no podía evitar sonreír cada vez que se le acercaba a decirle algo, aunque fuera muy mínimo, buscaba excusas para conversar, pero hizo caso omiso, se convencía de que él no era para ella.

Así estuvieron por un tiempo, hasta que los superó, por mucho que él intentó negarlo, no pudo, se confundió  ya no estaba funcionando su estrategia, las mariposas iban y venían cada vez que se hablaban y ella comprendió que no podía hacer más, por más que intentara autoconvencerse de que no encajaban juntos, lo que estaba sintiendo se hizo más fuerte. Se declararon sin haberlo planeado, simplemente las palabras fluyeron. 

Se volvió un hecho, sus conversaciones, sus miradas, sus risas, sus silencios, sus sonrisas, Aunque estuvieran acompañados, parecían vivir su propio mundo. No pasó mucho tiempo para que sus sentimientos pasaran de ser palabras a actos. Esa noche ya todos dormían, estaban recostados en el suelo, conversaban, reían, se conocían más, no podían verse debido a la oscuridad, pero podían sentirse, sentir la respiración del otro y sus rostros a muy pocos centímetros de distancia, los que luego fueron disminuyendo hasta tocarse. Ella sabía lo que seguía, en un principio no estaba segura de si quería que sucediera, hasta que él habló, le dijo que no sabía qué hacer, quería actuar, pero algo se lo impedía. En ese momento ella lo decidió, le dijo que sólo dejaran que fluyera, sin forzar nada.

Pasó menos de una hora, cuando comenzaron a acercar más sus rostros, él comenzó de a poco, hasta llegar a sus labios, ella accedió al contacto, no podía seguir frenando lo que quería. Se besaron hasta quedar sin respiración, hasta que las mariposas se volvieran insoportables, hasta caer dormidos sin darse cuenta de ello.