miércoles, 8 de octubre de 2014

Me mata mirarte y no tenerte,
la distancia de perderte,
sonrisas y miradas sin un este,
carcome mi ser tu ausencia tan presente
y los recuerdos de tu piel están en marte,
yo en la tierra intentando no amarte,
quitando el deseo permanente de abrazarte,
y ya no quiero imaginarte en los umbrales,
esperando a mi llegada y encontrarme.
No debo recordarte
y por eso mis olvidos deben ser constantes,
 una promesa que amenaza con romperse
al escucharte y verte a diario en mi inconsciente,
te cruzas por mi mente,
de qué sirve entenderte si ya mi comprensión no puedo darte,
tan fácil para ti marcharte e imposible para mi olvidarte,
ni siquiera sé como llorarte,
porque mi cuerpo ya no sabe como extrañarte,
tu ida tomo consigo esa fuerza impulsante,
la que nos puso en esta cuerda floja tambaleante
que en cualquier momento amenazaba con cortarse.
Vuelvo a respirar
los ojos he de cerrar
centrarme y dejar todo pasar.
Dolor, ya no te quiero parar,
me cansé de luchar
ahora te recibo y entiendo un poco más
tu recuerdo es la inestabilidad
y en cada sueño me acompañas
con amor o enojo en las entrañas,
ni luna ni estrellas
me acompañan en esta oscuridad eterna
y vuelvo a perderte quizá de forma perecedera,
porque los sentimientos son efímeros, no hay espera,
todo acaba y el destino manda
que deje de girar esta esfera,
porque sin ti ya no queda nada,
la vida vuelve a ser automática
y ahí la emoción se acaba,
el delirio cobra vida
y la opción es vivir en su compañía,
estar sin ti es lo que tengo que asumir
y el peso de tus palabras descubrir,
porque hasta aquí llega la historia,
tu y yo consumidos en la alcoba
y sólo nos queda ese momento,
recuerdo que de a poco me ahoga,
me deja en la incertidumbre y mi aliento se roba.
Y aunque no lo quiera aquí te espero,
buscando todo entenderlo,
queriendo de vuelta tu amor
y que sea más que un recuerdo.
Ahora sólo me queda encontrarte en mis sueños.