martes, 7 de mayo de 2013

Ong Namo, Guru Dev Namo

Últimamente, digamos hace unos meses he notado cada vez mi insatisfacción, desequilibrio, desorientaciones, inseguridades y defectos. Todo lo atribuyo a sucesos de cambio y demasiada transformación en mi vida desde más o menos finales del año pasado. Emocionalmente no he estado bien y buscando explicaciones comencé a internalizar en mi, en buscar las razones de todo, unas las tenía muy claras, otras estaban completamente ocultas.
Se puede decir que mi vida casi dio un giro de 360° y todo eso me llevó a la inestabilidad, sobretodo a cuestionamientos, cosas como un día estar completamente segura de algo y al otro ya no saber si la cosa era tan así como creía. 
Comencé con Yoga hace unos cuantos meses, la profesora en más de alguna clase ha dicho que comenzaríamos a vivir muchas transformaciones, que cambiaríamos y veríamos las cosas de forma distinta. En las cirscunstancias emocionales en que estaba (y en que aun estoy) se volvió algo muy necesario para limpiar y sanar mi mente y cuerpo y admito que si no fuera por yoga estaría peor, me relaja y da una claridad que me guía, respiro profundo antes de hablar o eso intento la mayoría de veces. 
Las últimas semanas específicamente comencé a conocerme a mí misma, descubrir cosa internas que nunca supe que estaban ahí, muchas me desagradan y creo que esto forma parte del proceso de transformación, conocer todo aquello de mi que ni yo encuentro a la vista.
Intento vivir en mi autoaceptación, mi propio descubrimiento y crecer, poder superar todos esos miedos, inseguridades, aprehensiones y deseos, porque todo eso es lo que me hace actuar así, con todas esas cosas que no sabía de mi y que sé que debo cambiar.
Y lo cierto es que es duro darse cuenta de eso, conocer lo frágil y dependiente que se es, de lo atemorizada que vivo, sobretodo en el plano emocional y no quiero buscar apoyo en otros, quiero encontrarlo en mí misma, mi propia fuerza interior. Quiero crecer. Quiero alcanzar la sabiduría. 

miércoles, 1 de mayo de 2013

Renuncio

Todo comenzó cuando me di cuenta que las cosas no eran como las pensaba.
En el momento en que llegó lo inesperado.
Aparecieron nuevas experiencias, nuevos sentimientos.
Ya no existen los finales felices, las relaciones perfectas, los cuentos de hadas.
No me interesa más estudiar, no me interesa sacar una carrera, no me interesa trabajar.
Estaba poniendo en primer lugar lo que la sociedad, lo que el mundo, lo que el dinero te pide.
Y perdí el rumbo, porque eso ya no me motiva.
Hay más opciones, no voy a sufrir por no tener esos ideales de vida, porque ya no me importan.
No son lo que quiero.
Me enseñaron a estudiar, a no ser mediocre, a trabajar, me moldearon.
¿Qué quieren de mi?
Modelarme con un perfil laboral, para salír al mercado, porque eso soy, un producto que vende fuerza de trabajo y por más que te mientan con que te dan una educación critica, las cosas no son así, se sigue igual de moldeado que siempre.
Y no es lo que quiero, la vida es más importante, antes que el éxito y la perfección hay más cosas.
Todo eso es secundario.
Triunfar, éxito, metas, perfección, ganador, nada de eso tiene sentido ahora.
Porque antes que todo, antes de todo lo que piden de mi, de lo que quieren que sea, estoy yo.
Está mi bienestar, esta mi plenitud, mi equilibrio, yo, simplemente yo.
Mi felicidad, esa de verdad, no esa que se tiene por obtener más y más.
Esa que está ahí, con lo simple, con sólo respirar, con sólo vivir.
Renuncio a lo demás.
Sin notarlo comencé a perderme.
Hice cosas que ya no obedecían a mi, sino a los demás.
¿Pero cómo iba a seguir mi camino sin tener claro qué es lo que quiero?
Me dejé llevar, porque a la larga me era más cómodo.
Sin rumbo, sin sentido, seguí avanzando y al mismo tiempo estancándome.
Y en un momento despierto, me doy cuenta que no me gusta el rumbo.
Sigo sin saber donde voy.
Avanza la vida, avanzan mis tiempos.
Sigo donde mismo, estancada, sin saber nada.
Y ahí es donde entras tú.
Esperando que seas quien dé sentido.
Esperando que tomes mi mano y me lleves más allá.
Esperando que seas tú el que me devuelva el rumbo.