jueves, 29 de septiembre de 2011

2012 y la vida que no es vida.

Cada año o cada cierta cantidad de años sale a la luz una nueva teoría sobre el fin del mundo, el fin de los tiempos, el fin de la humanidad, el fin de lo que conocemos, etc. Toda esa variante de nombres tiene relación a la teoría que se propone.


Estando más cerca del 2012 se siente practicamente en el aire el miedo, el pánico, el terror. Lo cierto es que sabemos tan poco de lo que realmente ocurrirá. Hay quienes aseguran sus vidas ahorrando dinero para alguna gran caída económica, otros juntan víveres, otros se alejarán de las ciudades para recomenzar una vida como agricultores, otros se aferran más a su fé y rezan llenos de temor a su dios, sea cual sea, otros simplemente excépticos a todo, otros que trabajan con la energía y el amor para cambiar este período e iniciar el próximo. Cualquiera sea nuestra forma de vivir estos momentos, es un hecho que no deja ajeno a ninguno y nos afecta directa o indirectamente.


Si realmente viniera ese fin para nosotros está completamente justificado. Nos preocupamos por sobretodas las cosas y aunque muchos no se den cuenta de ésta conducta, del dinero.


El materialismo nos consume por absolutamente todas partes, tanto así que nuestras vidas estan programadas para producir, para ser parte de una vida que le rinde culto a ese "dios" que mueve a nuestro mundo. Nuestro prestigio, nuestra identidad, todo, esta regido por el tener objetos materiales. Somos más si tenemos más, somos más si tenemos los últimos modelos que salen al mercado. Los que realmente cuántos son indispensables, pocos. Nuestras relaciones más estrechaz son con un computador, un televisor, la billetera, las tarjetas, la ropa, el celular, las consolas de juego.


¿Es realmente necesario desvivirse por una vida así? Pensar en nacer, ir al colegio, ir a la universidad, sacar el título, trabajar, casarse tener hijos, seguri trabajando, jubilarse y morirse. Pero realmente ¿dDónde está el sentido de todo eso? Bueno, en conseguir dinero y bienes.


No soy una marxista, Marx para mi no es un dios, tampoco un demonio, sólo un hombre que pudo reflejar la vida en sus tiempos. No represento ninguna ideología política al decir todo esto. Sólo juzgo nuestro esquema de vida y que gira entorno al comercio, mercado, dinero, etc.


Déjamos de lado nuestra parte espiritual. Estamos tan ahogados por el materialismo, que interfiere hasta en nuestras creencias de la divinidad, llamenle como cada uno quiera, porque es un hecho de que no existe una religión que manda al mundo (sólo de manera ecónomica, no así espiritual). Si este mundo se está muriendo es porque perdimos parte importante de nuestra esencia humana.


Nos centramos tanto en la ciencia y en lo material, que olvidamos quienes somos relamente, cuál es nuestra misión. Realmente no sabemos nada, vivimos en una gran ignoracia y miedo.


La naturaleza a nuestro alrededor muere a causa de nuestra explotación. Y tal vez muchos digan quien soy yo para opinar, si ahora mismo gasto energía eléctrica y utilizo una computadora. Y es verdad, también estoy inmersa dentro de este sistema, porque soy parte de la humanidad, los errores son parte de todos, porque no nos hacemos responsables por lo que causamos a diario a nuestro ambiente y a nosotros mismos.


Todo se trata del ego, yo, yo, yo y más yo. ¿Y dónde queda el otro? ¿Dónde está el amor? No podemos hablar por lo que nosotros creemos que somos o hacemos, porque cuando ahondamos en nosotros mismos nos damos cuenta que tenemos los mismos defectos que todos y las mismas carencias de consideración por los demás.


Todos son una competencia, entras a estudiar a la universidad con la idea de que tus compañeros son tú competencia, no tienes aliados, todos son tus enemigos y eso ocurre en todos los ámbitos. Si somos seres sociales, entocnes estamos planteando de muy mala manera nuestras realciones con los demás. Nadie es un enemigo, todos somos personas, no caballos de carrera.


No quiero creer que la humanidad está perdida, pero es un hecho que nos consumimos en un mundo creado por nosotros mismos lleno de injusticias, miedo e ignorancia.


Somos como niños, actuamos, no nos responsabilizamos por lo que hacemos y la culpa siempre la tiene el otro.


Ya es momento de dejar de pensar en cómo ser superiores al otro, dejar de pensar de cómo queremos ser vistos por las cosas que tenemos (no hablo sólo de celulares, televisores, autos, hasta la ropa influye en esto), dejar de pensar que la respuesta o el camino a la felicidad es el dinero, las ganancias, las pertenecias, tenemos que demostrarnos a nosotros mismos quien somos, a nadie más y descubrir verdaderamente nuestra esencia, ir más allá de los placeres terenales, sino que buscar lo trascendental y por sobre todo el amor, el verdadero motor que mueve al mundo, incluso a más.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Dos caras de la moneda

Es difícil ser feliz cuando ya casi no te quedan amigos, pero es mucho más fácil ser feliz, valorando a los poquitos que te quedan.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Vida, nostalgia y tiempo.

El año pasado, cuando estaba en mi último año de colegio, comencé a darme cuenta de diversas cosas.
Mi mundo se abrió más allá de mis compañeros y de la situación de mi colegio, tal vez tampoco se amplió tanto como ahora, pero si un poco más. Desperté de ciertas cosas y vi un poco mejor como es todo.
Miré más a mi alrededor, a lugares cercanos, pero no tanto. Sentí que una especie de nostalgia me invadía, una que iba más allá de mi, una que iba compartida con personas que quizá nunca conocí como tal, quizá sólo saber su nombre y sus caras, a veces ni si quiera eso, pero que conocí un poco por lo que podía leer en sus páginas, como blogs, fotologs, facebooks, flickrs y más.
Y es completamente curioso, porque esa misma nostalgia que se va reflejando en lo que se escribe se ve plasmada en esas mismas páginas, como de a poco los contactos o amigos que tenías dejaron de actualizar las suyas o crearon una nueva, incluso uno mismo también lo hizo.
Y es así como transcurre el tiempo y todo lo que dijiste y subiste se queda en esos lugares virtuales, tal como los recuerdos, quizá un poco más vívidos sobre los sucesos e imágenes, pero ahí están, para recordarnos que alguna vez fueron nuestro presente o estuvieron vigentes.
Pensé que eso sólo era cosa de que tal vez ese año, al ser el último, me estaba causando esa nostalgia y haciendo que la encontrara hasta en ese tipo de situaciones, pero hoy mismo, al entrar a ver mi blog, me di cuenta que sigue ocurriendo hasta en el mismo presente, como se dejan de actualizar, dejan de subirse cosas y allí quedan, al igual que todos nuestros momentos, que pasan a ser un recuerdo más.
Dejamos de hacer cosas, sea cual sea el motivo e incluso dejamos de lado nuestras relaciones, quizá algunas sólo eran para ser un lindo recuerdo, otras para que perduren más, pero es así como van quedando tras el paso del tiempo y el transcurso de nuestras vidas y se van almacenando más allá de nuestra mente, van quedando en nuestro corazón y en parte de nuestro presente al formar parte de lo que somos día tras día.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Un mundo sin verdades.

Últimamente me he dado cuenta de ciertas cosas, o quizás sólo he reflexionado lo suficiente.
No es que nadie diga la verdad, pero hay que asumirlo, todos mentimos y en muchas ocasiones.
Es complicado decir que todos decimos al verdad, sobretodo cuando nadie puede ser completamente auténtico.
Lo cierto es que realmente no existe una verdad absoluta.
Todos ocultamos cosas, quizá sin siquiera notarlo, porque no nos conocemos lo suficiente como para notarlo.
Y es totalmente comprensible, por qué todos tendrían que estarse enterando de lo que pensamos, queremos, soñamos, anhelamos.
Lo que realmente entristece es que todos tengamos motivos ocultos, sobretodo para nuestra propia conveniencia, acerca de nuestros comportamientos.
Un buen ejemplo sería como lo que ocurre en política y negocios. Se hacen cosas que parecen ser un bien para la comunidad, pero principalmente por intereses propios. Puede que se den las cosas al revés, es decir, que se hace algo por el bien común, pero luego terminan incluyéndose intereses personales.
Hacemos cosas sin importar consecuencias. No nos damos cuenta muchas veces y cuando lo notamos es porque ya hemos herido a alguien.
Quizá queramos agradar a ciertas personas y dejamos a otras de lado, aparentamos ser quien no somos, inventamos historias, personalidades, tratamos de lucir distinto o encajar por medio de lo que hacemos.
Y muchas veces por todas estas cosas dejamos hasta nuestros principios de lado, lo que creíamos y pensábamos, volviéndonos totalmente inconsecuentes.
Todo lo hacemos porque es lo que queremos.
Al final termina siendo un "ser nosotros mismos dependiendo de con quien estamos" y así somos distintos para todos.
"El fin justifica los medios"
Entonces todo el mundo actúa según su conveniencia o para que no suene tan mal, para lo que quiere lograr.
No es extraño y no tendríamos porque desilusionarnos, ya que todos actuamos así. Primero tengo que ver la viga en mi y no la paja en el ojo ajeno.