jueves, 31 de julio de 2014

Atrapada

Allí estaba de nuevo, pero no de la misma forma que siempre, ir a mirar el cielo siempre había sido su calma, pero ahora no dejaba de sentirse inquieta, la angustía estaba tomando una forma diferente.
Ya estaba cansada de luchar contra todo, tanto pensamiento que iba y venía, encargándose de acomplejarla, de hacerla sentir triste, incluso enojada, enfadada con todos sin razón aparente, lo cierto era que estaba cansada de todo. De pronto sólo quiso marcharse, tomar sus cosas y dejarlo todo atrás, tomar un respiro sin nadie cerca, sólo ella.
No, no era depresión, absolutamente nada la hacía cuestionar si era viable continuar su vida o no, los pensamientos suicidas no eran su estilo. Sólo está pasando por un momento complicado, en esos que cuestionas un poco si el rumbo que sigues es el adecuado, de repente mirarse al espejo no es lo mismo de todos los días, hay veces en que miras el reflejo y no sabes lo que eres, quién eres, qué quieres y ¡paf! en ese momento quieres escapar de todo.
Seguramente los libros tenían un poco de culpa... No, en realidad eran muchas cosas, ya estaba cansada de todo ese mundo perfecto que se empeñan en vender en todos lados. Vidas fabricadas a base de mentiras. 
Programas de TV que muestran una vida emocionante, redes sociales que engañan, aparatos tecnológicos que llegan con la aparente magia de mejorarlo todo. Mentiras, mentiras, mentiras.
¿En qué se basan? En mostrar vidas perfectas que desearías tener- Inconformidad-. De eso se alimentan.  
Y la lucha no es simple, por eso quería escapar de todo. Olvidarse. Renovarse.
Y nuevamente soñaba, imaginaba su tranquilidad, encerrándose en el círculo vicioso de desear una vida perfecta. Caía en el juego del que tan cansada estaba. Se seguía encerrando a sí misma en pensamientos y no actuaba, no cambiaba, no vivía, sólo quiere ser y no se dedica simplemente a ser, a fluir, a dejar todo pasar sin forzarlo. Eso le falta: Libertad.

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